Ayer, 22 de febrero de 2007, fue un día memorable, memorable porque tuve una tarde para convertirme en mi misma, para sacar a esa Amelie, a esa Mafaldita, a esa Marta... en definitiva, que me di un respiro. A continuación os relato mi día:
Miro el reloj, eeem vale miré el movil... porque nunca llevo reloj :), me molesta... 1:50, me quito la bata, la enrosco con cuidado y la guardo en mi mochila celeste, celeste como el pompón que llevo en la cabeza a modo de coletero, la gente sonrie al entrar en la sala, era lo que pretendía :), aunque me tenga que poner un pompón en la cabeza...
Cierro la cremallera, me ajusto el abrigo y la bufanda, entro en el comedor y me despido -hasta mañana-, salgo por la puerta con una sonrisa. Hoy no tengo clase así que tomo otra ruta, me bajo en Gran Vía, subo con calma los escalones, abro la cremallera y saco mi bocadillo, mientras veo al resto correr de un lado a otro, doy un mordisco, la verdad es que con hambre todo está rico...
Sigo caminando, todavía no se si voy en la dirección correcta, pero hoy no hay prisa... Al fin llego, guardo el bocadillo en la mochila, sacudo las migas de mi jersey, me enderezo, pongo cara de intelectual descuidada y entro:
-perdone, ¿tienen la revista "La Bolsa de Pipas"?-
-si, en aquella estantería de arriba-
-eeem... vale, ya la veo- era mentira, no la veía pero supuse que al subir la encontraría, y así fue.
Rin rin
-Lauraaa era el número de octubre, noviembre y diciembre el que querías-
-mmm... no, pero... bueno cogemela igual-
-vale, un besote-
Cuelgo, bajo las escaleras a saltitos y me pongo a la cola... Si, me gusta La Casa del Libro, pero prefiero el fnac jeje. Salgo de la tienda, saco el bocadillo de nuevo, jiji tenía hambre, sigo caminando, entro en el Corte Inglés, iba a comprarle un reloj a mi hermano por su cumpleaños, salgo con pasta de dientes y un difusor de colonia (de esos que tienen como una pera para apretar), no soy rara... bueno vale un poco si, mmm mejor diferente, pero es que pensé que me serviría para un trabajo que tengo que presentar en la universidad, pero esto será tema de otro post...
Justo enfrente estaban las grandes puertas metálicas, entro como una niña en una tienda de golosinas, subo hasta la última planta... Tres horas, tres cortas horas tirada por la moqueta en frente de diferentes secciones: Poesía, Comics, Narrativa, Internacional, Ciencia, Música... Cogiendo y dejando libros, cogiendo y dejando, no Marta 7 son muchos, deja uno, dejo dos y cojo tres en la siguiente estantería, al final me llevé 5, y cuando estaba llegando a la caja para pagar... ¡se me había olvidado la sección infantil!, subi a zancadas los dos pisos y me metí en una habitación con sillas que me llegaban por las rodillas, cada una de un color, carai me sentí medio metro más bajita, ^-^ ¡que chachi!... oioioi pero que estaba viendo una cajita de latón, oi y tenía una manivela por debajo y dentro tenía cuentos!!, la coloqué encima de la pila de libros cuidadosamente y salí sin hacer ruido... Si, me encanta el fnac...
Subí calle arriba hasta llegar a la Plaza Mayor, por supuesto, ni falta que lo diga que me paré a escuchar a todos los músicos callejeros, sobre todo a los que me regalaron el Canon de Pachelbel...
Entré por un enorme arco, me encanta, no me cansaría, cargada de libros me senté al lado de una farola de la plaza y saqué lo que me quedaba de bocadillo, me comí lo de dentro y le di el resto a las palomas, se agrupaban a mi alrededor, me encantaba, me apasionaba, saqué mi camara y me puse a sacarles fotos, no me duró mucho, pues esas pequeñas personitas vinieron corriendo a espantarlas, no me molestó, sonrei... Saqué la libreta y me puse a escribir, lo que sentía, lo que veía, lo que pensaba, lo que escuchaba... Con Bécquer y Machado en una bolsa mi cajita de música estaba bien acompañada.
Me froté las manos, hacía sol y frío, mis días favoritos, me levanté y me dirigí a la parada de Sol, entré, sin prisas, hoy no había prisas, seguí con mi olfato el olor a chocolate, llegué a la gofrería del metro y Mafaldita ya saltaba de alegría, me senté en un banco a ver pasar los metros y a gente con prisa, me miraban con indiferencia, yo me limpiaba con un amasijo de servilletas para ir borrando las huellas que el chocolate iba dejando por toda mi cara, como una niña, divertida, sin prisas, hoy no había prisas...